miércoles, 25 de noviembre de 2009

La buena educación

Esta tarde he estado en casa de mis padres… y veo como pasa el tiempo por ellos y por mí. Les estoy muy agradecido por la educación que me han dado… que nos han dado a mis hermanos y a mí. Valoro el esfuerzo que han hecho, tanto en los valores que me han inculcado, sólidos, como en la educación académica que han podido procurarme.
La educación es uno de los mayores bienes de los que puede disponer una persona. Venía pensando en ello y a la vez escuchando en la radio que en España la tasa de abandono escolar supera el 30%. ¿Qué significa este dato? Que en este país – y no solo en él, este es un fenómeno generalizado en mayor o menor medida en todas las sociedades opulentas – se está incubando una generación de personas que no tienen una motivación personal por conocer su entorno, su historia, sus posibilidades y por tanto, será difícil que puedan tener un futuro más pleno.
Imagino a mis padres, realmente lo percibo en su semblante, orgullosos de que sus cuatro hijos hayan podido estudiar y sean diplomados, licenciado o ingenieros. Porque ellos piensan que así nos han hecho más libres, más conscientes de la sociedad en que vivimos y sus múltiples variables. Piensan que esta educación más los valores que nos han transmitido nos sirven para ser más dueños de nuestro futuro, personas más felices y completas.
Es su éxito: muchas gracias.

jueves, 9 de julio de 2009

No quiero se pesado, pero otra vez el ego...

Hoy venía reflexionando en el coche, durante mi trayecto diario de 100Km de ida y vuelta al trabajo… La verdad es que en el coche me pasa como en la ducha, reflexiono, pienso… y a veces me abstraigo e incluso distraigo… sí ya sé, debo de llevar más cuidado. Tengo un cartel colgado de la guantera que pone: “Papa, te quiero mucho, no corras”. Me rindo al cartel y cumplo su petición, no corro mucho, por mi niño. Bueno, voy al grano, reflexiono mucho; venía reflexionando acerca de lo limitados que somos los seres humanos en general y mi persona en particular. Para cualquier proyecto o aventura que se nos plantee necesitamos la colaboración de otras personas, de otras capacidades, de otras formas de ver las cosas. En mi modo de ver las cosas, cada vez menos la individualidad tiene un sentido productivo, siempre que no vaya dirigida a la motivación o a dar ejemplo en el seno de un equipo. Quiero decir que para hacer grandes cosas, acometer proyectos ambiciosos hemos de trabajar en equipo, “rendir nuestro yo al nosotros” como hace poco leí en un artículo sobre un entrenador de baloncesto.
Somos grandes porque en equipo conseguimos cosas grandes, porque pensamos más en el beneficio colectivo que en el protagonismo personal. Por ello hay que entrenar y fomentar este tipo de capacidades y de espíritu: el trabajo en equipo, los diferentes roles que se pueden adoptar y las diferentes situaciones que se pueden dar. Esto que digo parece obvio, lo hemos oído muchas veces, ya está muy manido, pero en mi propia experiencia personal y profesional he podido comprobar, tristemente muchas veces, que siempre queda por delante de todo la ambición personal, la necesidad del protagonismo, el propio ego, siempre por delante, por encima de todo y contra todo. Qué falta de visión!... y sobre todo de autoestima.

Canción divertida para mi niño Daniel

Escrito el 19-05-2009 en recuerdo a Mario Benedetti
Chincha la pincha que pincha,
pincha la pincha que chincha,
chincha la pincha,
pincha que pincha,
Chincha la pincha que chincha
(…)

jueves, 26 de marzo de 2009

Un final que es el comienzo...

La elaboración de un plan estratégico, de cualquier tipo, cuando llega a su fin supone en sí un hecho importante. Conseguir aunar la voluntad de un grupo de personas, poner de forma explícita lo que pretenden conseguir como equipo y cuáles son los pasos que darán para ello es, a mi modo de ver, un logro extraordinario y una fuente de ilusión. Quizá porque vivimos tiempos de individualidades, de ambiciones personales, de egoismos ciegos. Y quizá por eso me conmueve, porque un plan significa la ilusión colectiva por un futuro colectivo mejor, porque consiste en el ejercicio previo que nos asegura que podemos superarnos, que podemos superar nuestras limitaciones como personas y como sociedad.
Pero un plan finalizado, el fin de un trabajo es a la vez el comienzo del camino de su ejecución, de su puesta en marcha... Y como se suele decir: un buen plan mal ejecutado es, en definitiva, un mal plan... Por eso, no perdamos fuelle, mantengamos la ilusión por poner en práctica nuestros sueños, no desfallezcamos en el intento..., tengamos altura de miras, seamos altruistas y miremos por el bien común, porque la vida merece la pena ser vivida con reto y con intensidad, por el bien propio que es el de los demás también.

viernes, 20 de febrero de 2009

Educar a los jóvenes

Todos los días, caminando hacia el trabajo, veo multitud de jóvenes que van o vienen de sus clases. Pienso entonces que no hace tanto yo estaba en su lugar… en qué me ha cambiado el tiempo y qué he aprendido desde entonces. Pienso en qué problemas tendrán, si serán parecidos a los que yo tenía… Miro descarado sus caras para intentar ver en ellas su felicidad… La juventud es todo potencial, son el futuro y nuestra esperanza. Debemos dirigirlos bien, animarlos que se formen y preparen, a que sean mejores, mucho mejores que nosotros… pero a la vez dejándoles decidir por ellos mismos, respetando su independencia.
Por último, pienso entonces en mi hijo Daniel, que es pequeño, no ha cumplido todavía dos años. Pienso en que me gustaría educarlo de manera cercana y poder reaccionar bien ante todo lo que le suceda… Pienso en hacerlo al menos igual de bien, de esforzarme lo mismo o más que mis padres se esforzaron conmigo. Y ya es mucho.

martes, 3 de febrero de 2009

Dejadez literaria

Tras unos meses de dejadez literaria… vuelvo tan solo para escribir una reflexión: la medida de la calidad de un trabajo debe ser el orgullo y satisfacción de saber que lo hecho está bien hecho, aunque no sea perfecto.